miércoles, 28 de septiembre de 2016

Visita al SW de la isla

Este paseo junto al muelle tiene el típico despertar de las calles con intensa vida nocturna: es un despertar tranquilo, silencioso, limpio, solitario. Nadie se podría imaginar, al verlo ahora, el gentío que había transitado por él solo unas pocas horas antes.



Yo he aprovechado esas horas tempranas para recorrer este pequeño puerto, disfrutando de la luminosidad de un Sol emergente, que ya calienta pero todavía de forma soportable. Es la mejor hora para visitar una ciudad, andar por sus calles y ver sus edificios, ya que la población descansa, y no existe el agobio de las riadas de transeúntes.



Hoy lo hemos dedicado a visitar en coche la esquina SW de esta isla. Tras desayunar a bordo, hemos ido a recoger un vehículo con el que salir temprano hacia esa zona de Creta. En Khania muchas agencias de Rent-a-Car estan ubicadas en la misma zona urbana, en la parte alta y moderna de la ciudad. Muchas de esas agencias son pequeñas, y por tanto tienen flotas reducidas, pero hemos encontrado una que sí dispone de coches para hoy. En el primero turismo que nos han dado, no se apagaba el piloto, el "chivato", del motor del cuadro de mandos, por lo cual lo hemos devuelto inmediatamente. Quince minutos después nos traían otro vehículo que sí estaba en orden.



Con él nos hemos dirigido primero al W de la isla, bordeando la costa hasta Kissamos, la antigua Kastelli. Justo antes de entrar en esa ciudad hemos tomado la carretera que, bordeando también la costa, va hacia el S. Esta es una carretera que tiene unos tramos en buen estado, mientras que otros no. En éstos se estrecha mucho y el asfalto del firme no está bien. Es una carretera que circula a gran altura sobre el nivel del mar, con buenas vistas de dicha costa.



Así hemos llegado a Elafonisi, una extensa lengua de tierra - de arena fina - que se adentra en el mar. Es una zona muy llana, con muchas dunas, en donde reinan los vientos. Por ello es un paraíso para surfistas a vela, los windsurfistas y kitesurfistas.



También es una zona a la que acuden bañistas de todas las edades, ya que la profundidad del agua, al avanzar desde la orilla hacia mar adentro, aumenta muy lentamente. Por ello, el oleaje llega suavemente a la orilla, sin mucha fuerza. Es una playa a la que acuden familias enteras, y también jóvenes en grupo.

Tras andar un rato por la playa, sobre todo por la zona de las dunas mas altas, Fernando se ha quedado en la orilla para darse un chapuzón. Mientras, nosotros dos nos íbamos a un chiringuito - el único con mesas - a tomar un refresco en una mesa con sombra.

Después de ello, hemos partido hacia Vathi, donde hemos cogido la carretera que se adentra en el interior de la isla hasta llegar a Elos



Este era uno de los lugares que nos habían recomendado para comer. Es una población que se extiende a lo largo de la carretera, sin muchos lugares donde aparcar. Primero vimos una taberna con una buena terraza, con sombra, y que tenía buena pinta. Sin embargo, en ella solo había una mesa ocupada, y eso no suele ser una buena señal. Esto nos ha llevado a decantarnos por otra taberna, que estaba al otro lado de la carretera, bajo un gran castaño. Este es precisamente el nombre de dicha taberna. La comida ha sido a base de platos típicos, como ensalada cretense, mousaka y souvlaki de pollo, terminando con dos tipos de sandía, la roja clásica y otra amarilla. La clásica era la mejor de las dos. Después hemos tomado un ouzo muy suave, junto con café expresso doble.



Otro lugar que nos habían recomendado visitar era Milia, una aldea del S.XVII, a la que nos hemos dirigido tras la sobremesa. El acceso a esta población, situada a gran altitud, es a través de una carretera estrecha, muy estrecha, cuyos últimos tres kilómetros son una simple pista de tierra, una "dirty road" como dice el pilot. De hecho hemos dudado un par de veces si seguir, o no, por esa pista hacia la aldea, ya que no se divisaba ésta ni había rastros de ninguna otra. Al final, tras llegar a un pequeño parking, donde hemos dejado el coche, hay que continuar a pie durante otros 150 m.



Milia es hoy en día un resort, especialmente para amantes de la soledad, ya que sus únicos habitantes son aquellos que alquilan sus casas y apartamentos. Las casas mantiene la estética de piedra original, y aquí no hay cobertura para los móviles. En esta aldea a parte de las casas solo existe un restaurante, donde se encuentra también la oficina de alquiler de dichos alojamientos.



En la proximidad a ese restaurante existen restos de columnas, lápidas, piedras talladas y otros elementos arquitectónicos, pertenecientes a distintas épocas históricas. Hemos paseado por sus escasas callejas, entrando después en el restaurante para tomar un café en su terraza. En varias mesas estaban comiendo a pesar de la hora tardía que era, y los platos que les servían tenían muy buena pinta. Seguro que éste es un lugar muy recomendable para comer, con productos cultivados en su propia huerta. Charlando con el tabernero, hemos comprobado el orgullo que sienten por mantenerse al margen de los circuitos turísticos habituales.

Después hemos regresado al coche para volver a Khania.



En estas montañas, ademas de una gran vegetación, existe una fauna rica, muy interesante. De hecho es una zona en la que la caza está prohibida desde hace años para mantener dicha fauna. Al circular por la carretera de regreso, carretera que bordea esas montañas, hemos visto muy cerca de nosotros el vuelo de aves rapaces, tales como aguiluchos, y algo mas apartadas varias parejas de buitres, todos ellos en busca de nuevas presas.

Al acercarnos a Khania hemos intentado localizar un pequeño desfiladero que nos habían dicho que existe no muy lejos de la ciudad. En Creta existe un desfiladero muy famoso, la Garganta de Samaría, situada en la costa S, que tiene una gran longitud - unos 17 km - y en el que no hay camino de retorno una vez iniciada la marcha por él. Esa garganta estaba hoy fuera de nuestras posibilidades. A pesar de nuestros esfuerzos, no hemos conseguido localizar aquel otro pequeño desfiladero en la costa N, por lo que hemos optado por regresar directamente al puerto.



Ya en el barco hemos estado descansando antes de salir de nuevo a pasear por la ciudad. Cerca del puerto, en la zona oriental de Khania, hay una amplia playa urbana, separada del puerto por un antiguo edificio, parte de la muralla defensiva, en el que se ve claramente esculpido el León de Venecia.



A las 20.45 HRB hemos saltado a tierra para buscar una taberna en la que cenar. Como en otras ocasiones en las que ya habíamos encontrado el día anterior un restaurante, o taberna, donde habíamos comido bien, nos hemos decidido de nuevo por repetir el mismo lugar ya conocido. En concreto, esta vez ha sido el Ela. Sin embargo, hoy en lugar de sentarnos en una de las mesas de su terraza, que están en pendiente, y por tanto son algo incómodas, hemos escogido una mesa en el interior. En éste la temperatura es mas suave.



Al regresar al muelle hemos comprobado que hoy también - y me imagino que será así todas las noches del verano - en la taberna frente a nuestro amarre hay música en vivo. La noche siempre es joven.

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