viernes, 30 de septiembre de 2016

Singladura num. 19 En busca de puerto seguro

Al levantarnos ya había zarpado el velero griego que arribaba a Kápsali justo antes que nosotros. Y poco después un catamarán que había fondeado antes del anochecer se preparaba para levar ancla y partir. Mientras estábamos desayunando vimos como fondeaba un gran crucero a vela - especie de bricbarca, o corbeta - del Club Mediterraneé, el Club Med 2, a media milla del puerto. Enseguida botaron una chalupa, que se dirigió al muelle, al extremo del muelle que estaba acotado para ellas. Mas tarde botaron otras chalupas para trasladar cruceristas al puerto.



A las 08.30 HRB hemos levado ancla, para zarpar y costear por el E de esta isla. La idea es buscar un puerto en el que amarrar estos días de forma que sea cómodo el saltar a tierra, y de entrar al barco. Dentro de tres días hay cambio de tripulación, y para ello debemos buscar un nuevo puerto. Respecto a nuestra planificación inicial de la travesía, hemos ganado un día, que vamos a aprovechar para hacer esa búsqueda con tranquilidad.



De no encontrar ese puerto con un amarre adecuado, la alternativa es la de fondear cerca de un puerto e ir en zodiac desde el barco al muelle a recoger a los nuevos tripulantes, para trasladarlos junto con sus maletas/bolsas de viaje al barco, al cual subirían desde el bote. Si en esos momentos la mar y el viento no están en calma, esa maniobra se complica bastante.

Diez minutos después de levar ancla, hemos izado génova y quitado motor, pero al poco, a las 08.50 HRB, hemos vuelto a arriar la vela, y seguir a motor, ya que la brisa era demasiado suave.



A las 10.00 HRB hemos entrado en Agios Nikolaos, un pequeño puerto pesquero, junto al pueblo de Avlemonas. En él solo había un punto de amarre para veleros, y éste estaba ocupado por un velero británico. Al salir por la bocana, fuera de ella estaban fondeados tres veleros, todos ellos con linea a tierra.




De no encontrar un puerto seguro, este lugar podría ser una opción. Hemos continuado navegando unos minutos mas hacia el W, fondeando a las 10.20 HRB en Ormos Nikolaos, en (35º 13´,2 N, 023º 03´,4 E). Enfrente teníamos una larga playa, bastante solitaria.



Una vez nos hemos asegurado de que el ancla estaba firme, seguro en el fondo, nos hemos estado bañando mas de una hora. En ese tiempo, Fernando y Jaime han nadado hasta la playa, para conocerla así como su entorno, mientras yo permanecía nadando cerca del barco. La playa es de guijarros, como muchas otras en las islas griegas. Y como playa solitaria también en esta existe una zona ocupada por nudistas.



Poco a poco han ido llegando mas bañistas, tanto familias enteras como grupos de jóvenes.

La brisa que teníamos hacía peligrosa la posición en la que estábamos, por la posibilidad de bornear entrando en aguas de escaso calado. Por ello, hemos levado ancla dirigiéndonos media milla mas al E, fondeando de nuevo en una zona de 4 m de profundidad. Después nos hemos vuelto a bañar hasta la hora de la comida.

Ésta ha empezado con un aperitivo, para seguir con una ensalada mixta, con toque mallorquín, y pollo asado sobre cama de patatas, cebolla y tomate. Después del postre, a base de fruta, hemos tomado café con whisky. Durante la sobremesa hemos escuchado música de Paco de Lucia, la cual ha sonado durante hora y media. Paco de Lucia era un magnífico guitarrista, que transmitía muy bien su pasión por la música. Siempre es un placer escucharle.

Tras una breve siesta, a las 16.45 HRB hemos levado ancla, poniendo rumbo a Dhiakofti, el siguiente puerto al N en esta costa E de Kíthera. Antes de arribar a dicho puerto hemos pasado muy cerca del barco Nordland, varado en el año 2000 en el islote Prasonisi por error del oficial de puente, ya que en aquel momento no había temporal alguno. De él emerge la proa, permaneciendo el resto del casco bajo la superficie.



Hoy en día, este pecio es un atractivo destino para los buceadores.

A las 17.30 HRB nos abarloábamos al terminal del ferry del puerto de Dhiakofti, a popa de un pesquero en el que estaban preparando sus artes de pesca para salir de noche. Este muelle es de reciente construcción, y realmente está ubicado en el islote Makrykitheraplano y unido por un puente a la isla de Kíthera. Al final de ese puente está el pueblo y un pequeño puerto pesquero, destinado a pequeñas barcas de pesca. 



Por ello, los veleros que acuden a Dhiakofti si no encuentran amarre en ese muelle del ferry, han de fondear en medio de la rada. En el terminal del ferry solo existe un edificio, en el que tienen sus oficinas dos agencias, la de venta de tickets para dichos ferries, y la de alquiler de coches.



Ambas oficinas se abren exclusivamente cuando existe necesidad de ello, es decir, existe demanda de tickets o cuando han de recogerse o entregarse vehículos de alquiler a turistas que llegan en barco, y que precisan de ellos para sus desplazamientos por la isla.



Estos ferries conectan la isla con puertos del Peloponeso, de Creta y con el Pireo. Su estancia en Dhiakofti dura escasamente hora y cuarto, tiempo en el que desembarcan su carga y vuelven a embarcar nueva carga para su siguiente destino.

A la caida del Sol hemos ido andando al pueblo, para pasear por él, y buscar una taberna en la que cenar. Nada mas pasar el puente está una taberna, con una sencilla construcción de madera, en cuyas terrazas había varias mesas ocupadas. Pensamos que podría haber alguna taberna mejor que ella, por lo que hemos continuado nuestro paseo por la playa. A lo largo de ésta hay diversos edificios en los que han abierto tabernas. Había una que tenía estaba bien decorada, de restaurante "con pretensiones", pero en la que no se veía cliente alguno. Y también había otras tabernas que no nos atrajeron mucho.



Por ello, decidimos volver sobre nuestros pasos, y sentarnos en una mesa del ZEFYROS Sea Restaurant, el primero que habíamos visto. Desde su terraza se ve perfectamente, aunque en la lejanía, el pecio del Nordland. La playa que hay delante de esta taberna es amplia y de arena muy fina.



Su carta es corta, como es habitual en Grecia, pero de buena calidad. Hoy hemos tomado ensalada griega, ternera saganaki, hamburguesa y cerdo con setas. Todo ello regado con cerveza muy, muy fría. En este país el formato de cerveza habitual - sea de la marca que sea, local o internacional - es el de 50 cl. Y con el calor que hace aquí, ese medio litro cae fácilmente.

Después de cenar, Jaime y yo nos hemos retirado al barco, mientras Fernando se quedaba charlando con el tabernero, Éste, como él, ha vivido tiempo en Italia por lo que ambos dominan el italiano. De hecho este tabernero tiene clientes italianos fieles, entre los numerosos turistas de esa nacionalidad que veranean en esta isla.

jueves, 29 de septiembre de 2016

Singladura num. 18 Rumbo Kíthera

Esta mañana ha amanecido con alguna nubosidad, viento fuerza 3, de componente N, y mar de fondo.




Tras llenar los depósitos de agua, hemos soltado amarras a las 09.00 HRB. 



Nuestra idea inicial era la de arrumbar Andíkithera, aunque recalar a media mañana en una cala cercana a Ak Spathi para pasar ahí la mañana.



Poco mas de una hora mas tarde hemos izado mayor y génova, ambas con un rizo. El viento era de fuerza 4, con marejadilla a marejada, y navegamos a partir de ese momento de ceñida cerrada.

Al llegar a la altura de la cala en la que pensábamos fondear, hemos visto que eso no era recomendable dada la mar y viento que en ella entraba. Hemos optado, por tanto, por continuar navegando rumbo Andíkithera.

A las 12.00 HRB, en (35º 42´,4 N, 023º 43´,5 E), con viento fuerza 5 y componente NE, y marejada hemos quitado los rizos, navegando con todo el trapo desplegado. Sin embargo, una hora y media después, en medio del Estrecho de Andíkithera, hemos tenido que volver a rizar ambas velas: el viento había subido hasta fuerza 6, y teníamos fuerte marejada a un descuartelar por estribor. Al cruzar ese estrecho, abandonábamos el Mar de Creta para entrar en el Jónico.

Andíkithera es la isla en la que a principios del S.XX se descubrió en un pecio del S.I a.C. - y a una profundidad de 30 m - un astrolabio de bronce para el cálculo de los movimientos del Sol, la Luna y otros astros. Este descubrimiento mostró el nivel de conocimientos astronómicos que tenían los griegos en aquella época. Aunque existen dos tipos de astrolabios, el náutico y el terrestre, supongo - pero es una mera suposición - que se trata de un astrolabio náutico. Este instrumento se conserva actualmente en el Museo de Atenas.

En esa isla, Andíkithera, teníamos previsto - de acuerdo con nuestra planificación inicial de esta travesía -, recalar para pasar la noche. El estado de mar y viento de hoy nos ha hecho desistir de ello dada la orientación de la cala a la que teníamos que ir. Y hemos seguido navegando rumbo Kíthera.



A las 17.45 HRB a unas dos millas del puerto de Kápsali, al S de Kíthera, hemos arriado velas, metiendo motor. En total han sido siete horas y medias y casi 54 millas a vela, lo que es una gozada. En ese tiempo solo nos ha acompañado el ruido del viento y de la roda cortando la mar. Ha sido una de esas navegadas que dejan un maravilloso sabor de boca a un navegante.




En nuestra aproximación al puerto hemos visto como a un velero griego, que arribaba antes que nosotros, un policía de puerto le negaba la posibilidad de atracar en el extremo del muelle. Esa parte del muelle estaba libre aunque había vallas que restringían el paso. Por ello hemos decidido ir directamente al centro de la rada, y fondear allí, a las 18.20 HRB, cerca de un velero alemán.



Cerca de esa posición, (36º 08´,6 N, 022º 59´,9 E), está el acantilado en cuya cumbre se encuentra el castillo veneciano de Kíthera, la villa sobre el puerto. 



En otro de los frentes de esta rada está una extensa playa, con edificaciones a lo largo de ella. Y a su espalda en un alto, en la falda de la montaña, existe un pequeño monasterio.

El resto de la tarde lo hemos pasado bañándonos, y después descansando. Llegada la hora de la cena, como hoy hemos comido unas rápidas pizzas, horneadas, y fruta, la cena ha sido menos frugal, tomando arroz con frutos de mar y rollo de carne asada.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Visita al SW de la isla

Este paseo junto al muelle tiene el típico despertar de las calles con intensa vida nocturna: es un despertar tranquilo, silencioso, limpio, solitario. Nadie se podría imaginar, al verlo ahora, el gentío que había transitado por él solo unas pocas horas antes.



Yo he aprovechado esas horas tempranas para recorrer este pequeño puerto, disfrutando de la luminosidad de un Sol emergente, que ya calienta pero todavía de forma soportable. Es la mejor hora para visitar una ciudad, andar por sus calles y ver sus edificios, ya que la población descansa, y no existe el agobio de las riadas de transeúntes.



Hoy lo hemos dedicado a visitar en coche la esquina SW de esta isla. Tras desayunar a bordo, hemos ido a recoger un vehículo con el que salir temprano hacia esa zona de Creta. En Khania muchas agencias de Rent-a-Car estan ubicadas en la misma zona urbana, en la parte alta y moderna de la ciudad. Muchas de esas agencias son pequeñas, y por tanto tienen flotas reducidas, pero hemos encontrado una que sí dispone de coches para hoy. En el primero turismo que nos han dado, no se apagaba el piloto, el "chivato", del motor del cuadro de mandos, por lo cual lo hemos devuelto inmediatamente. Quince minutos después nos traían otro vehículo que sí estaba en orden.



Con él nos hemos dirigido primero al W de la isla, bordeando la costa hasta Kissamos, la antigua Kastelli. Justo antes de entrar en esa ciudad hemos tomado la carretera que, bordeando también la costa, va hacia el S. Esta es una carretera que tiene unos tramos en buen estado, mientras que otros no. En éstos se estrecha mucho y el asfalto del firme no está bien. Es una carretera que circula a gran altura sobre el nivel del mar, con buenas vistas de dicha costa.



Así hemos llegado a Elafonisi, una extensa lengua de tierra - de arena fina - que se adentra en el mar. Es una zona muy llana, con muchas dunas, en donde reinan los vientos. Por ello es un paraíso para surfistas a vela, los windsurfistas y kitesurfistas.



También es una zona a la que acuden bañistas de todas las edades, ya que la profundidad del agua, al avanzar desde la orilla hacia mar adentro, aumenta muy lentamente. Por ello, el oleaje llega suavemente a la orilla, sin mucha fuerza. Es una playa a la que acuden familias enteras, y también jóvenes en grupo.

Tras andar un rato por la playa, sobre todo por la zona de las dunas mas altas, Fernando se ha quedado en la orilla para darse un chapuzón. Mientras, nosotros dos nos íbamos a un chiringuito - el único con mesas - a tomar un refresco en una mesa con sombra.

Después de ello, hemos partido hacia Vathi, donde hemos cogido la carretera que se adentra en el interior de la isla hasta llegar a Elos



Este era uno de los lugares que nos habían recomendado para comer. Es una población que se extiende a lo largo de la carretera, sin muchos lugares donde aparcar. Primero vimos una taberna con una buena terraza, con sombra, y que tenía buena pinta. Sin embargo, en ella solo había una mesa ocupada, y eso no suele ser una buena señal. Esto nos ha llevado a decantarnos por otra taberna, que estaba al otro lado de la carretera, bajo un gran castaño. Este es precisamente el nombre de dicha taberna. La comida ha sido a base de platos típicos, como ensalada cretense, mousaka y souvlaki de pollo, terminando con dos tipos de sandía, la roja clásica y otra amarilla. La clásica era la mejor de las dos. Después hemos tomado un ouzo muy suave, junto con café expresso doble.



Otro lugar que nos habían recomendado visitar era Milia, una aldea del S.XVII, a la que nos hemos dirigido tras la sobremesa. El acceso a esta población, situada a gran altitud, es a través de una carretera estrecha, muy estrecha, cuyos últimos tres kilómetros son una simple pista de tierra, una "dirty road" como dice el pilot. De hecho hemos dudado un par de veces si seguir, o no, por esa pista hacia la aldea, ya que no se divisaba ésta ni había rastros de ninguna otra. Al final, tras llegar a un pequeño parking, donde hemos dejado el coche, hay que continuar a pie durante otros 150 m.



Milia es hoy en día un resort, especialmente para amantes de la soledad, ya que sus únicos habitantes son aquellos que alquilan sus casas y apartamentos. Las casas mantiene la estética de piedra original, y aquí no hay cobertura para los móviles. En esta aldea a parte de las casas solo existe un restaurante, donde se encuentra también la oficina de alquiler de dichos alojamientos.



En la proximidad a ese restaurante existen restos de columnas, lápidas, piedras talladas y otros elementos arquitectónicos, pertenecientes a distintas épocas históricas. Hemos paseado por sus escasas callejas, entrando después en el restaurante para tomar un café en su terraza. En varias mesas estaban comiendo a pesar de la hora tardía que era, y los platos que les servían tenían muy buena pinta. Seguro que éste es un lugar muy recomendable para comer, con productos cultivados en su propia huerta. Charlando con el tabernero, hemos comprobado el orgullo que sienten por mantenerse al margen de los circuitos turísticos habituales.

Después hemos regresado al coche para volver a Khania.



En estas montañas, ademas de una gran vegetación, existe una fauna rica, muy interesante. De hecho es una zona en la que la caza está prohibida desde hace años para mantener dicha fauna. Al circular por la carretera de regreso, carretera que bordea esas montañas, hemos visto muy cerca de nosotros el vuelo de aves rapaces, tales como aguiluchos, y algo mas apartadas varias parejas de buitres, todos ellos en busca de nuevas presas.

Al acercarnos a Khania hemos intentado localizar un pequeño desfiladero que nos habían dicho que existe no muy lejos de la ciudad. En Creta existe un desfiladero muy famoso, la Garganta de Samaría, situada en la costa S, que tiene una gran longitud - unos 17 km - y en el que no hay camino de retorno una vez iniciada la marcha por él. Esa garganta estaba hoy fuera de nuestras posibilidades. A pesar de nuestros esfuerzos, no hemos conseguido localizar aquel otro pequeño desfiladero en la costa N, por lo que hemos optado por regresar directamente al puerto.



Ya en el barco hemos estado descansando antes de salir de nuevo a pasear por la ciudad. Cerca del puerto, en la zona oriental de Khania, hay una amplia playa urbana, separada del puerto por un antiguo edificio, parte de la muralla defensiva, en el que se ve claramente esculpido el León de Venecia.



A las 20.45 HRB hemos saltado a tierra para buscar una taberna en la que cenar. Como en otras ocasiones en las que ya habíamos encontrado el día anterior un restaurante, o taberna, donde habíamos comido bien, nos hemos decidido de nuevo por repetir el mismo lugar ya conocido. En concreto, esta vez ha sido el Ela. Sin embargo, hoy en lugar de sentarnos en una de las mesas de su terraza, que están en pendiente, y por tanto son algo incómodas, hemos escogido una mesa en el interior. En éste la temperatura es mas suave.



Al regresar al muelle hemos comprobado que hoy también - y me imagino que será así todas las noches del verano - en la taberna frente a nuestro amarre hay música en vivo. La noche siempre es joven.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Singladura num. 17 Llegada a Khania

La noche pasada ha sido tranquila, muy tranquila. En esta ensenada reina la calma. Por la mañana solamente el ruido del motor de algún pequeño pesquero saliendo del puerto, o las voces de los entrenadores que dirigen a los piragüistas en su entreno, rompen ese silencio.



A las 09.25 HRB, después de desayunar, hemos levado ancla. Un cuarto de hora después, pasado el terminal de los ferries, hemos avistado a unos 20 m por estribor una tortuga marina, que poco después se ha sumergido.



Como hoy tenemos mucho tiempo, y la mar estaba como un plato, tras doblar el islote, Nisís Soudhas, hemos virado al N para entrar en una cala, donde bañarnos y pasar el resto de la mañana. 



En la cala hay un resort, en cuya playa había bastantes bañistas. A una distancia prudencial de esa playa hemos echado el ancla en (35º 29´,96 N, 024º 29´,96 E). Y nos hemos preparado para saltar al agua. En ese momento ha llegado nadando un socorrista de la playa, diciéndonos que estaba prohibido, por la Guardia Costera, el fondear en esa cala, reservada a bañistas. Allí no había ninguna señal que indicase tal prohibición, ni balizamiento que limitara el acceso de embarcaciones. Sin embargo, hemos optado por levar ancla para ir a una cala vecina, situada a menos de media milla al E. Ahí hemos fondeado a las 11.05 HRB.



En ella hemos permanecido el resto de la mañana, bañándonos, tomando el aperitivo y comiendo. A las 15.40 hemos levado ancla para zarpar hacia Khania, - o Canea, en español -, costeando alrededor de la península de Akrotiri. Tres horas después entrábamos por la bocana del antiguo puerto veneciano, momento en el cual el contramaestre del puerto nos vió e hizo señas para indicarnos nuestro puesto de amarre en el muelle



Al llegar a su altura, él mismo nos ha pasado la guía del muerto, con la que hemos recuperado las amarras del fondo del puerto, y con ellas hecho firme el barco. Estamos en un amarre justo delante de una calle peatonal, que nos separa de la zona de tabernas. Junto a ellas está, en construcción, el futuro edificio de la autoridad portuaria.



Cerca tenemos un bonito edificio restaurado, también de la época veneciana, que actualmente es un centro cultural - en estos días con una exposición temporal sobre Le Corbusier -. Y junto a él, las antiguas atarazanas de este puerto.










Este es un puerto pequeño, sin muchos amarres para barcos de recreo, pero precioso, con mucho encanto.




Después de que el Sol bajara un poco, nos hemos ido a visitar la ciudad. Primero hemos paseado por el frente marítimo, hasta el castillo que hay junto a la bocana principal, y también por la zona de excavaciones arqueológicas.



De allí nos hemos adentrado en la ciudad, subiendo hasta la parte mas moderna de ella, en donde existe una antigua y bonita fuente de leones. Cerca de esa fuente nos hemos sentado en una terraza arbolada para tomarnos un refresco, y de paso utilizar el wifi de esa cafetería para actualizar correos y consultar alguna que otra página web.



Después hemos seguido pateando la ciudad en busca de una taberna en la que cenar, En una de las calles que bajan al puerto hemos encontrado uno de los restaurantes que el contramaestre nos había recomendado, el ELA, en cuya terraza, a pesar de estar en pendiente, había bastante gente. Los platos que sacaban los camareros de la cocina a las mesas de la terraza tenían muy buena pinta, así que nos hemos sentado en la única mesa que quedaba libre.La cena ha consistido en yigantes - esa legumbre que todavía no habíamos tomado -, saganaki, pastitzo y cordero asado, terminando con unos helados. Salvo el pastitzo, todo lo demás estaba muy bien.

Al regresar al barco nos hemos encontrado con un panorama predecible, aunque no en la medida que era: por la calle peatonal frente al barco paseaban cientos y cientos de turistas, yendo de un lado a otro. Y en la taberna justo delante de nuestra pasarela había música en vivo: esa música griega a base de sonidos agudos, que penetran por el oído hasta lo mas profundo del cerebro. Los camareros de esa taberna utilizan la torreta de agua y luz del muelle, la K1, como mesa donde dejar sus vasos de agua y refrescos mientras sirven las mesas. Teníamos claro que la noche se presentaba ruidosa. Y así ha sido hasta bastante después de las dos y media de la madrugada, hora en que la música ha cesado y el transito de peatones también. Después siempre ha quedado algún que otro grupo, pequeño, de paseantes con alto nivel de alcoholemia, y por tanto con un elevado volumen de voz, pero estos grupos solo han sido esporádicos.

Singladura num. 16 Rumbo Soudha

Esta mañana había que formalizar la entrada en el puerto ya que ayer por la tarde la oficina estaba cerrada. Esta marina municipal, en contra de lo que ha escrito algún navegante inglés, está bien, aunque es verdad que carece de servicios, salvo agua y luz. Después del desayuno, Jaime se ha dirigido a dicha oficina, quedando con Fernando y conmigo a las 09.35 h en el kiosko de la excursión al monasterio de Arkadi.



Dada la distancia hasta el monasterio, 22 km, yo tenía dudas sobre el vehículo que íbamos a utilizar, pero pronto se disiparon esas dudas: el trenecillo. Nos habían dicho, en el momento de vendernos los tickets que sería una hora el viaje de ida, además de hora y media la visita. El tren salió bastante puntual con los turistas que subimos a él en esa parada inicial. Sin embargo, después fue recorriendo la ciudad cogiendo a otros turistas en los diferentes hoteles.



Para subir hasta el monasterio, situado a una altitud de 500 m, el tren tuvo que circular por una carretera cuyas pendientes no fueran muy pronunciadas, ya que su motor no tiene mucha potencia. Al final, fue una hora y tres cuartos lo que duró dicha subida.



Este monasterio fue fundado por los venecianos, como muestra claramente su estilo arquitectónico. Está situado en una región muy montañosa, con altos picos, entre los que está aquella montaña en la que se dice creció Zeus



La importancia de este monasterio radica en su participación en el levantamiento contra el imperio otomano a mediados del S. XIX. Levantamiento que fue totalmente aplastado, pero constituyó un hito histórico para los griegos, en general, y los cretenses, en particular.



A mi me ha gustado mucho la iglesia, que dispone de dos naves paralelas, unidas sin separación alguna, y con dos altares, ocultos actualmente por los respectivos iconostasios. También es interesante la visita a alguna otra dependencia, tal como una celda de los antiguos monjes.



A parte de ello, solo existe una exposición de grabados antiguos con las imágenes de combatientes griegos de aquel levantamiento. Es un monasterio que merece la pena ver, aunque la visita se puede reducir a una hora, mas o menos.



La zona en la que está ubicado es una zona fértil, con extensos campos de olivos. En la isla de Creta crecen 35 millones de olivos, muchos de los cuales son centenarios, pero otros no. 



Los olivos mas jóvenes son regados con el sistema gota a gota, que optimiza el consumo de agua, pero que llena esos campos con mangueras todas las cuales parten de unos sistemas de grifería múltiple. El camino de vuelta ha sido a través de una carretera con mayor pendiente, y solo ha llevado una hora y cuarto de tiempo. Esta ha sido mi primera experiencia con este tipo de vehículo, y espero que sea la última, aunque todos sabemos que nunca se puede decir eso de "de este agua no beberé".



Al llegar a Rethimno hemos decidido comer en una taberna frente a la playa para así poder zarpar pronto. La playa es una playa muy larga, ancha y con arena blanca muy fina. Parece que esta es una zona donde desovan tortugas marinas.



Eran las 15.25 HRB cuando hemos soltado amarras. La brisa era fuerza 3, suave, y la mar rizada. Diez minutos después de pasar la bocana hemos izado mayor y génova, con las que hemos navegado las siguientes dos horas.

Poco después de doblar Ak Dhrepanon entrábamos, a las 18.05 HRB, en Ormos Soudhas. En medio de esa amplia ensenada hay un islote, Nisís Soudhas, a partir del cual hasta hace unos años había un canal de paso balizado. Este canal restringía la navegación al centro de la ensenada, pero en estos momentos ya han retirado aquellas balizas.



Al fondo de la ensenada está un pequeño puerto pesquero, frente a cuya bocana hemos fondeado a las 19.15 HRB. A pesar de estar cerca de unas marismas, hay frecuentes bandadas de pajarillos que vuelan en busca de capturas, los pequeños mosquitos, por lo que estos no llegan al barco.



Para cenar Jaime ha preparado un estupendo risoto de frutos de mar. Y en la sobremesa hemos tomado unos gin-tonics, escuchando música de Mª Dolores Pradera. Al final también hemos puesto alguna salsa cubana.