domingo, 9 de octubre de 2016

Epilogo

El Epílogo ha sido siempre lo que mas me ha costado escribir de mis blogs, pues significa el cerrojazo definitivo de la travesía. Pero considero que debo concluir el relato con palabras que van mas allá del devenir de una singladura. Para ello, hoy me apoyo en la música de Milt Jackson y aquel famoso TMJQ, The Modern Jazz Quartet. 

En primer lugar, me gustaría agradecer a JaimeR el haber contado conmigo para esta travesía, que - una vez mas - ha constituido una experiencia memorable. También me gustaría recordar a los compañeros de tripulación - Angel, Mª Antonia y Fernando - con los que hemos compartido unos días fantásticos. Todo capitán sabe lo importante que es la elección de su tripulación para que la travesía sea buena, agradable, memorable, y la composición de la tripulación del Roc Blanc II ha sido, de nuevo, fantástica.



Como ya comenté al inicio de este blog, la derrota de la travesía tuvo que ser modificada respecto a la planificación inicial. En especial la primera etapa, ya que en aquellos días la intensidad del meltemi hacia desaconsejable la navegación por el centro del Egeo. Ello nos llevó a navegar cerca de la costa turca, con alguna recalada en sus aguas. La segunda etapa sufrió los habituales pequeños ajustes, motivados por los meteoros con los que nos encontrábamos cada día en la zona de navegación.



Todo ello supuso la sustitución de ciertas islas o calas, que no pudimos visitar, por otros lugares en donde no estaba previsto recalar en un principio.



Grecia, en general, y Creta, en particular, son destinos muy queridos por nosotros los europeos. Como escribe Nikos Dimou - el pensador contemporáneo griego -, la identidad de la actual Grecia parte en el S. XVII de los escritos de J.J. Winckelmann - el descubridor de "los antiguos helenos" -, al cual siguieron Herder, Goethe, Hölderlin y los demas románticos europeos, como Byron, Victor Hugo, etc. Estos filohelenos, fueron los que dejaron esa importante impronta en el pensamiento europeo posterior. Desde entonces - sigo citando a Nikos Dimou - cuando los europeos pensamos en Grecia, la consideramos parte nuestra, y la incorporamos a nuestro ámbito geográfico y cultural. Grecia es sencillamente parte de nosotros, y no concebimos Europa si ella.



Sin embargo, ese sentimiento - como señala N. Dimou - no es recíproco, ya que cuando los griegos se refieren a Europa no se incluyen emocionalmente en ella. Para ellos, Europa es algo lejano, ya que su mirada se dirige mas al Este, que al Oeste.




El caso es que nosotros sí buscamos en ese país una parte importante de nuestras raíces. Ese "origen" es un origen idealizado, y como tal, no refleja bien la realidad de aquella Grecia Clásica a la que mentalmente nos remitimos. Pero en tanto que idealización, ejerce una especial fuerza de atracción, ya que nos conduce a la cara luminosa de aquella "luna". En ella están anclados muchos de nuestros anhelos actuales: la cultura, el pensamiento/filosofía, la ciencia, la arquitectura y las artes en sus distintas manifestaciones. Incluso la democracia fantaseada.



La aproximación a estas islas, a la velocidad de aquellos antiguos veleros, o de los barcos a remos, que surcaban estos mismos mares, bajo el ruido del viento y de la roda cortando la mar, y solo a dos metros sobre la superficie del agua, es algo indescriptible.

Creta es una isla con mucha historia, y un relato mitológico que complementa bien el ideario. Es una isla con importantes asentamientos arqueológicos y múltiples restos históricos, huella de las diferentes civilizaciones que han pasado por ella. A mi me ha impresionado la especial deuda que tienen estas islas con el imperio veneciano. Todo ese interesante legado es digno de ser visitado con calma.



Limitándome ahora al plano de la náutica -  y ello a nivel personal -, ya que esta dimensión de nuestra travesía interesa a los navegantes, Creta ha defraudado en cierta medida nuestras expectativas previas. Este es un efecto de toda idealización, ya que ésta eleva el listón de la realidad fantaseada, la que uno se imagina antes de conocer algo de forma real. Creta es una isla con un gran perímetro de costa, de mas de 160 km, siendo una de las mayores islas del Mediterráneo. Sin embargo, no existen en ella muchas calas en las que fondear. Los derroteros británicos no incluyen mucha información sobre puertos y fondeaderos en esta isla, lo cual no se debe a otro motivo que dicha carencia. Esa extensa costa es muy escarpada, muy montañosa, sin apenas ensenadas ni calas. Y las playas que hay en ella, son muy abiertas.



Si a esto añadimos los meteoros, con fuertes vientos estivales, de componente N, y fuerte mar - mas de viento que de fondo -, las posibilidades de encontrar refugio se reducen bastante. Los puertos tampoco son numerosos, aunque sí son bonitos. Sin embargo, no siempre resultan ser puertos tranquilos



Todo ello es un inconveniente para la navegación por estas aguas, aunque tiene como contrapartida, positiva, el que se mantenga como zona no masificada, con escaso tráfico marítimo. Es decir, no hay muchos barcos navegando por estas aguas. 

La población es amable, aunque está preocupada por la dura coyuntura económica y política actual, que no tiene visos de solución a corto plazo. Su preocupación en las islas se centra en el volumen del turismo visitante, ya que éste es su fuente económica. Y su gastronomía, como sabemos, es limitada, pero agradable.



No quiero terminar sin referirme al caso del "polizón", que tuvimos en Kíthera. Unos días después de desembarcarme, me puse en contacto con Jaime, quien me dijo que había acelerado la travesía a Kalamata, importante puerto del Peloponeso, en donde un desratizador profesional había hecho el seguimiento del problema, hasta su solución total y satisfactoria.

Como en anteriores ocasiones, he intentado reflejar aquí mis anotaciones de mi cuaderno de bitácora - y acompañando todo con parte de la obra fotográfica realizada -, de forma que el relato corresponda fielmente a nuestras vivencias durante la travesía








lunes, 3 de octubre de 2016

Dia 25 Fin de la travesía

Hoy me he levantado pronto, a las 06.20 HRB. Al salir a cubierta, hemos visto rastros - es decir, pequeños excrementos - de ratas, que debieron saltar al barco por la noche, pero sin poder entrar dentro. Después debieron saltar de nuevo al muelle, pues ya no estaban por la cubierta. En el interior no había tales rastros, lo que indica que la rata que tenemos a bordo no se ha movido mucho fuera de su escondrijo.

El desayuno ha sido el clásico del Roc Blanc II: café con leche, zumo de naranja, tostadas con aceite y tomate y fiambre, o con mantequilla y mermelada. Lo hemos tomado en la bañera, donde soplaba una suave brisa que resultaba muy agradable.

A continuación, he recogido mis cosas, terminando de preparar la bolsa de viaje.

A las 10.30 HRB ha llegado la furgoneta azul del desratizador. Tras explicarle lo que había pasado, y lo que habíamos hecho, nos ha dicho que eso era lo que había que haber hecho, y que los cebos utilizados tienen el veneno adecuado. Y también la trampa es la correcta. Ha añadido que lo que él podía hacer ahora es colocar unos cebos adicionales, que él utiliza, y que aun teniendo el mismo veneno que los que se habían colocado, aquellos tienen un olor mas atractivo para los roedores. Esos cebos suyos tienen, ademas, una base en la que se pegan los pequeños roedores, pero no los de mayor tamaño. Sin quitar ninguno de los que ya estaban colocados, ha puesto cuatro nuevos cebos. Uno en la trampa, otro en el compartimiento del motor, y los otros en otros lugares de la cámara. Ahora solo queda esperar cuatro o cinco días para que el veneno de los cebos haga su efecto, y la rata muera.



Una vez se ha marchado la furgoneta, hemos cerrado de nuevo el barco a cal y canto, marchando a Potamos a tomar un refresco. 



En ese pueblo, antes de sentarnos en una terraza, hemos pasado por un gran supermercado, que allí hay, para hacer unas últimas compras, y después por el ambulatorio para una gestión médica.

En la plaza principal había una terraza con grandes sombrillas, y ahí nos hemos sentado para tomar unos refrescos. Sin embargo, al no correr brisa alguna, hacía mucho calor. Y por eso enseguida hemos decidido ir directamente al aeropuerto, para esperar en éste hasta el momento de pasar yo el control de seguridad. Al menos ahí la temperatura era mejor, aunque el aire acondicionado no funcionaba a tope.

Este aeropuerto es pequeño, pero mayor que el de Leros, u otras islas pequeñas. Ello se debe a que existen bastantes vuelos que conectan esta isla con Atenas, con Creta e incluso con otros destinos internacionales. Los aviones que vuelan a Kíthera suelen ser bimotores a hélice, y el acceso al avión desde el terminal de salidas se realiza directamente a pie, andando por la pista. A las 15.00 h pasaba yo el control de seguridad, y cuarenta minutos después despegaba mi vuelo con destino Atenas.



De esta forma concluía mi travesía Creta2016.



domingo, 2 de octubre de 2016

Dia 24 Polizón a bordo

Eran las 03.20 HRB cuando me he despertado al oir a  Jaime y Fernando hablando en la cámara. Al abrir la puerta de mi camarote y preguntarles por la razón de su conversación, me han dicho que había entrado una rata en el barco. Fernando, cuyo camarote está a estribor, dando al muelle, se ha despertado al sentir que algo le estaba rozando el hombro. Primero, tras descartar que todo era un sueño, ha pensado que era una serpiente lo que se estaba moviendo en ese momento por su sábana bajera. Sin embargo, al incorporarse ha visto que era una rata la que estaba al fondo de su litera. Ha dado un salto, abriendo la puerta del camarote para salir, y en ese momento el roedor ha corrido hacia la cámara ocultándose debajo de la mesa de cartas. Fernando ha despertado inmediatamente a Jaime, y ambos han tapado, con lo que han podido, la salida de ese hueco por donde había entrado el animal.

A las 04.15 HRB Jaime se ha retirado al camarote, ya que poco se podía hacer en ese momento. Yo me he quedado charlando con Fernando, que estaba muy impactado por el suceso, Hemos charlado, en la bañera, hasta las 05.10 HRB, hora en que nos hemos retirado a descansar.

Estaba claro que el animal había saltado desde el muelle, entrando por alguna escotilla, mientras nosotros estábamos ayer de excursión por la isla. En efecto, durante la limpieza exhaustiva que habíamos hecho por la mañana no habíamos visto rastro alguno de roedores, ni de ningún otro animal. En el tiempo en el que ha estado este roedor solo a bordo, ha roído el envase de plástico duro del desodorante de Fernando, bebiéndose el contenido

Hasta hace unos quince años en algunos puertos griegos - en algunas islas - hubo, según indican los derroteros ingleses, algún que otro problema de ratas, problema que fue eliminado con trabajos periódicos de desratización, y después con la presencia de esos gatos que hoy en día campan a sus anchas en los puertos y tabernas. Ya no se ven, por innecesarias, rateras en los barcos que amarran en estas islas.

En este muelle sobre el islote de Makrykithera, pegado al campo y sin tabernas ni población que luche contra estos roedores, éstos deben vivir aquí libremente



A las 07.20 HRB me he despertado de nuevo y al salir a la cámara he visto que Jaime estaba tomando un café y tostada para salir con el coche lo antes posible en busca de una solución a este problema. En seguida ha saltado a tierra, cogido el coche y marchado a Potamos, la mayor población de la isla, situada en su mitad norte. Yo he continuado preparando el desayuno y al despertarse Fernando inmediatamente después, lo hemos tomado juntos.

En ese momento hemos visto diversos rastros - o sea, unas pequeños excrementos - de la rata distribuidos por la cámara, lo que indica que en las dos horas en las que nosotros hemos estado durmiendo, ella ha salido del escondrijo, moviéndose libremente por el interior del barco. No sabemos donde se ha vuelto a esconder, pero suponemos que en el mismo lugar donde se había ocultado antes.

Los barcos son como vigas, estando sometidos - en su marcha, por los movimientos de la mar a la que se enfrenta - a torsiones en las tres dimensiones. Por ello, los mamparos interiores no son totalmente estancos, teniendo cierta holgura. A través de esos resquicios, los roedores pueden pasar - dada su facilidad para penetrar por agujeros pequeños -, moviéndose por todo el barco y atacando con sus dientes todo lo que encuentran a su paso.

Los roedores, aparte del asco y rechazo que generan, representan un doble problema. Por un lado, está el problema higiénico general, y en relación a los alimentos estibados, en particular. Por otro, estos animales necesitan, para sobrevivir, roer de forma continua, sin parar, por lo que si llegan a atacar los cables que hay en el barco, el problema creado puede ser tremendamente grave. En efecto, ello puede afectar a los instrumentos eléctricos y electrónicos, y por tanto a la misma gobernabilidad del barco. En este caso su sustitución es bastante complicada, y con frecuencia ha de ser total, de todos los cables. Además están los destrozos que estos animales pueden causar en manguerotes, mamparos de madera y otros muchos elementos a bordo.

Al regresar, Jaime ha traído una trampa, comprada en una ferretería, y unos cebos, adquiridos en un establecimiento de plantas y jardinería que hay en el mismo Potamos. Esos cebos llevan un veneno muy eficaz, pero de acción retardada. El retardo está pensado para que los roedores no asocien la ingesta del cebo con la muerte, pues de otra forma - si fuera de acción inmediata, y de haber mas roedores en el mismo entorno - los restantes roedores al ver como uno de ellos muere tras comer un cebo, no comerían los otros cebos de igual apariencia y olor. En concreto, el retardo de este veneno es de cinco días.

La trampa se ha colocado, con un cebo, debajo de la mesa de la cámara, y los restantes cebos se han repartido por todo el interior, salvo los camarotes. Jaime ha anotado donde se había colocado cada uno de dichos cebos.

Tras acabar de colocar los cebos, Fernando ha terminado de preparar su bolsa de viaje, ya que él sale hoy en el avión de las 15.25 h hacia Atenas. Después hemos cerrado escotillas y portillas, oscureciendo su interior, mediante los stores de las escotillas y las cortinas de las portillas. Y al salir hemos colocado el cuartel del tambucho de entrada, quedando asi cerrado "a cal y canto" el barco.

Eran las 10.00 HRB cuando hemos partido hacia Ag. Pelagia, un pequeño puerto al norte de la isla.



La carretera pasa por lugares muy bonitos, como la garganta que existe cerca de Dhiakofti.




También hay zonas con mucha vegetación, con grandes y tupidas arboledas, además de otras más áridas, sin árboles y solo con arbustos y matorrales.



Ag. Pelagia está situada frente a la costa S del Peloponeso, viéndose desde su puerto el célebre Cabo Maleas, mencionado ya en la Odisea.



Este pueblo es muy turístico, teniendo una bonita playa, amplia y de arena fina. Es curioso que la gran parte del turismo de esta isla se aloje en las poblaciones del interior, y no en la zona de costa. Aquellos pueblos del interior tienen mas población de derecho que los costeros, y mejores infraestructuras.



Los tamarindos que hay al borde de la playa tienen la parte inferior del tronco encalada, con el fin de evitar que hormigas y otros insectos puedan subir por ellos. Este sistema es el habitual en Grecia, y hasta los año 60 del pasado siglo también era el utilizado en España.

Allí, junto a la playa, nos hemos sentado en una agradable terraza, para tomarnos unos cafés frappé. Y hemos permanecido en ella mucho tiempo, ya que en sombra y con una suave brisa se estaba estupendamente.

A las 13.30 HRB estábamos de nuevo en el barco, pues Fernando necesitaba quitarse el calor de la mañana, duchándose en el balcón de popa, y cambiándose de ropa para el viaje. De aquí nos hemos dirigido directamente al aeropuerto, donde  a las 14.20 h Fernando pasaba el control de seguridad.

Jaime y yo hemos regresado a Dhiakofti, al Zefyros, para ver qué podíamos comer, a pesar de la hora que era.



Al llegar hemos preguntado al tabernero por su carta de pescado, y él ha abierto el primer cajón del armario frigorífico en el que guarda el pescado fresco. En ese cajón había dos magníficas langostas, y hemos escogido la mayor, la de 1 kg de peso. Él ha insistido en prepararla cocida, aunque nosotros la hubiésemos preferido a la plancha. Tras su insistencia en que fuera cocida y no a la plancha, hemos cedido pues hemos pensado que seguro que no saben prepararla bien a la plancha, y eso hubiera sido una auténtica pena. Como ya he dicho otras veces, en Grecia no saben, en general, manejar bien la plancha ni la parrilla, pues secan, "queman", los alimentos que cocinan en ellas, y ya sea pescado o carne. Al final, ésta ha sido una buena comida, compensatoria del problema del "polizón" a bordo.

A las 16.45 HRB hemos regresado a bordo, sin ver rastro alguno - es decir, cagadas - de la rata. Jaime se ha ido a terminar de comprar cosas que necesita para los próximos días, y yo me he quedado leyendo en la bañera.

A su regreso, y al estibar la compra en los pañoles, Jaime ha visto la cola de la rata en el pañol en el que se estiban los paquetes de papel de cocina e higiénico, servilletas, bayetas, spontex, etc. Este pañol está situado a babor, cerca de la mesa de cartas. La rata se ha movido en ese momento rápidamente, ocultándose de nuevo. Varios de esos paquetes estaban mordisqueados, por lo que ha habido que sanearlos. También ha comprobado que dos de los cebos que había colocado en ese mismo pañol habían desaparecido, lo que indica que el roedor se los ha llevado al lugar en el que duerme, pues es allí donde come sus capturas. Esto significa que posiblemente la rata ya haya comido el veneno, y de esta forma morirá en unos días.

Jaime ha decidido que, llegados a este punto - en el que la trampa no ha funcionado, y los cebos tardarán en tener efecto -, sería bueno el que un desratizador profesional viniera a ver al barco, y viera como están colocados los cebos y la trampa, y si hay algo mas que hacer. Por ello hemos vuelto a la taberna Zefyros a hablar con el tabernero.



Este hombre es muy diligente, y nada mas contarle nuestro problema ha llamado a un desratizador de la isla. En ésta existen dos monasterios, multitud de tabernas y hoteles familiares, además de huertos y campos de cultivo, para los que se necesitan estos profesionales. Su contacto le ha dicho que mañana ha de estar a las siete y media en el monasterio que está en la montaña cerca de Dhiakofti, y que cuando termine, a partir de las 9.30 h, vendrá al barco.

Esta noche hemos cenado a bordo, y suavemente para compensar la copiosa comida del día.

El día ha sido largo, asi que enseguida nos hemos retirado a descansar. Jaime ya estaba en su camarote, cuando yo he ido a colocar el cuartel del tambucho de entrada para cerrar ésta, he visto como una rata venía corriendo por el muelle dispuesta a saltar al barco. Seguro que nuestro "polizón" ha llamado a otras ratas, como hacen cuando una de ellas encuentra comida en un lugar. Al verla, la he dado un grito, que la ha hecho retroceder, dando media vuelta y volviendo a su lugar de origen. Al bajar a la cámara le he dicho a Jaime lo que había pasado, y hemos cerrado el barco totalmente, sin dejar abiertas escotillas o portillas de ventilación. Por ahora, solo tenemos un polizón a bordo, y hay que evitar que entren mas animales en el barco.

sábado, 1 de octubre de 2016

Día 23 Visita al S de la isla

Hoy ha sido un día de preparativos a bordo. Anoche el tabernero del Zefyros nos puso en contacto con la contramaestre de los puertos de esta isla, ya que no tenemos acceso a agua ni a luz. Al ver nuestra bandera nos ha hablado en español, idioma que dice estar perdiendo porque los turistas solo hablan inglés. Nos ha enseñado donde esta la boca de agua, ya que no hay conexión a la torreta del muelle. Como nuestra manguera no llega a esa boca de agua, hemos movido el barco unos metros hacia la carretera.



Tras enchufar la manguera, hemos llenado los depósitos de agua. El otro problema era el de la electricidad, ya que a la torreta tampoco llegaba corriente eléctrica. La contramaestre junto con Jaime y los tripulantes de un velero suizo, que arribó anoche, han estado intentando resolver el problema. Pero sin éxito. Nosotros no precisamos de corriente eléctrica ya que las baterías están a tope, pero siempre viene bien tener conexión a tierra.



Donde si hay corriente eléctrica es en la torre eléctrica, al otro lado de la carretera, ya que incluso de día se ven las chispas que se producen en ella. Pero esa torre esta muy lejos y nuestro cable no tiene la longitud necesaria para llegar a ella.

Mas tarde nos han traído el coche que Jaime ha alquilado para desplazarnos por la isla. Y después nos hemos puesto a la tarea del día: la limpieza general del barco. En dos días hay cambio de tripulación, y ello exige que hagamos la limpieza del barco. Tanto de la cubierta - incluyendo bañera, balcón de popa, bimini y capota, bote, candeleros y púlpitos - como del interior: cámara, camarotes, puesto del navegante, cocina y aseos. Se trata de una limpieza a fondo.

Una vez finalizada ésta, hemos descansado en la bañera, a cubierto por el bimini, y refrescándonos de vez en cuando con la ducha del balcón de popa. Hoy no hay brisa alguna, y hace mucho calor.

El ver como llegan y parten los ferries, con el consiguiente movimiento de coches, camiones y turistas, es bastante entretenido, pues te da una buena visión sobre el turismo, que llega en barco a esta isla. Dice la mitología, que ésta era la isla en la que nació Afrodita, la diosa del amor, y en la antigüedad esta isla no tenía muy buena fama: parece que su población tenía costumbres bastante licenciosas.

La comida de hoy ha sido a base de restos de otros días. Hay que renovar el contenido de la nevera, y qué mejor que acabar con esos restos guardados en ella. A mi me encantan los restos - los buenos restos, claro - pues te evocan los deliciosos platos tomados unos días atrás. Y además los platos con salsa mejoran su sabor con el paso de los días. En la sobremesa hechos escuchado música de Chavela Vargas, Dean Martin, Carlos Cano, Joaquín Sabina, y otros.



Por la tarde, ya avanzada ésta, hemos ido al interior de la isla. La carretera no es mala, aunque el trazado tiene numerosas curvas. La vista de Dhiakofti y de Makrykithera, con el puente que las une, es impresionante. El agua tiene ese color azul típico de las playas y calas griegas.



La imagen del Nordland varado en Prasonisi - y al que se dirige una zodiac con buceadores - desde una ladera próxima a Dhiakofti, resulta también impactante.



Lo primero ha sido localizar el aeropuerto, y desde él hemos ido hacia el S de la isla, hasta llegar a Kíthera. el pueblo sobre el puerto de Kápsali. Hemos llegado con las últimas luces del día, aunque con tiempo para ver el pueblo y acercarnos a su enorme castillo veneciano.



Kíthera es un pueblo turístico 100%, con comercios a ambos lados de sus calles, que permanecen abiertos hasta la hora que haga falta, siempre que haya negocio. Intentamos cenar en una terraza con vistas al castillo, pero en esa taberna solo servían copas y poco mas. Y no encontramos ninguna otra taberna que nos gustara. Por ello, marchamos a Livadhi, una población próxima. En ese pueblo existen muchas tabernas a lo largo y ancho de la carretera general, y escogimos la que nos parecía mejor. La elección ha sido buena, pues la cena ha estado muy bien. Hemos tomado ensalada griega, cordero y brocheta de ternera, con fruta como postre. Para beber, vino rosado y Coca-Cola.

Al terminar hemos regresado al barco, donde habíamos dejado abiertas, como es habitual, las escotillas y portillas para que se ventilase el interior. El tambucho de entrada lo hemos cerrado, como solemos hacer siempre.