lunes, 5 de septiembre de 2016

Llegada a Leros. Singladura num. 1

A las 04.30 h de la madrugada nos ha recogido el taxi, que anoche habíamos reservado a través de la recepción del hotel, que nos ha llevado al aeropuerto. Jaime y yo nos habíamos encontrado ayer por la tarde en Atenas, y tras dar una pequeña vuelta por la ciudad, cenamos en la terraza de un restaurante. Tuvimos mala suerte en la elección, pues resultó ser un restaurante "típico para turistas". A la vista del madrugón que nos esperaba hoy, nos retiramos pronto al hotel. El taxista que nos ha recogido hoy debía estar al final de su turno ya que daba muestras claras de cansancio. A tan temprana hora apenas ha habido tráfico, pero ha sido un alivio dejar el taxi al llegar al destino.



A pesar de la fuerza del Meltemi que tenemos, el vuelo a Leros ha sido suave. Estos pequeños bimotores a hélice son muy sensibles a las corrientes de aire, moviéndose bastante mas que los grandes reactores, pero hoy el vendaval no se ha notado en altura. Eran las 07.25 h cuando hemos tomado tierra en Leros, y poco después recogíamos nuestro equipaje en la cinta. Fuera ya estaba esperando el coche de alquiler que ha contratado Jaime, con el que hemos ido inmediatamente a Agmar, la marina seca en la que ha invernado el Roc Blanc II. Esta está junto al aeropuerto, por lo que la oficina estaba cerrada cuando hemos llegado a su puerta. De ahí hemos ido en el coche a pie del barco, para subir las bolsas de viaje, dejándolas en la bañera. A las 08.00 h ha abierto la oficina, momento en que Jaime ha resuelto las gestiones administrativas, antes de repasar con el mecánico el estado de las reparaciones que había encargado hacer el pasado invierno. También hemos estibado, ya a bordo, todos los enseres de nuestras bolsas de viaje. En ese momento nos dijeron que la botadura del barco no iba a ser antes de dos o tres horas, así que decidimos ir a comprar vituallas. Primero hemos pasado por una estación de servicio para reservar una bombona de gas butano, para después ir a un supermercado que está muy bien surtido. Estando en éste han llamado de Agmar para comunicarnos que se adelantaba la botadura, por lo que hemos regresado rápidamente a Partheni, sin haber terminado de hacer la compra.



A las 12.00 h se botaba finalmente el barco, quedando amarrado en la piscina de la grúa móvil, grúa que nosotros solemos denominar "travel-lift". Thomas, el alemán responsable de la operación técnica de Agmar, junto con un joven ayudante ha envergado la vela mayor. Este trabajo, dado el fuerte viento de fuerza 5 existente, les ha llevado una hora y cuarto. Yo les he echado una mano, sujetando la mayor según ésta se iba izando. En un momento de una racha mas fuerte de viento, la roldana del puño de escota me ha dado un golpe en la frente, justo en el lugar en el que tengo una antigua cicatriz. Ese golpe no me ha hecho mucho daño, pero me ha recordado la existencia de dicha cicatriz, y yo tengo mucho cariño a mis cicatrices, tanto físicas como psíquicas. Éstas son reflejo de nuestra vida pasada, y al fin y al cabo todos somos fruto de nuestro pasado personal. A las 13.50 h quedaba envergado también el génova, lo que nos permitía soltar amarras, y zarpar rumbo Lakki. La singladura ha sido bastante tranquila ya que teníamos el viento y la mar por la aleta. A pesar de ello, la comida ha sido la propia de travesías con mucho mar y viento: fruta; y hoy en concreto manzanas.




A 15.30 h HRB atracábamos en Lakki Marina, ese encantador pequeño puerto en la bahía de esta ciudad. Una vez colocada la pasarela, y concluidas las gestiones administrativas de entrada en la marina, hemos colocado el toldo. Éste es un elemento fundamental para navegar en el Mediterráneo, ya que el sol es muy intenso, y resulta agotador. Tras ello hemos ido a tomarnos un granizado, junto con un delicioso helado, para reponer líquidos, pues habíamos pasado muchísimo calor en la bajada desde Partheni.



Entretanto ya nos habían traído el coche de alquiler, que se había quedado en Agmar, hasta Lakki, De esta forma hemos podido ir a terminar el avituallamiento, recogiendo también la bombona de butano que habíamos reservado por la mañana. A las 18.00 h el viento era fuerza 6 en la misma bahía de Lakki, lo que indica la intensidad del Meltemi, y su posible duración.



Por la noche, a las 21.00 h, hemos ido a cenar al restaurante Ostria, ese restaurante familiar que siempre es un elección segura en Lakki. Como hemos ido repetidas veces a cenar en él en estos últimos tres años, ya nos conocen y el trato es estupendo. También esta vez nos recibió María, la joven "jefa de sala", ahora con su nuevo look. Este es un restaurante que cuida mucho su cocina, y esto es algo que nosotros siempre hemos valorado mucho.



De regreso al barco, y antes de retirarnos a descansar tras este largo día, hemos llenado los tres depósitos de agua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario